El Atrapasueños

Este blog tiene la idea de enseñar y publicar entradas con cosas que a mí, el creador de dicho blog, me parecen curiosas y que podrían ser de interés para otras personas.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Dos cerebros, un órgano.

(Vladimir Kush)

La creencia popular de que los hombres y las mujeres tienen ciertas diferencias en el cerebro puede parecernos una locura. Siempre se ha dicho que el hombre esta pensando en lo mismo día y noche y que la mujer es demasiado previsora.
¿Tiene esto algo de verdad?
Leyendo aquí y allí, escuchando y estudiando, se pueden recoger datos como los siguientes, aunque a lo largo de esta entrada pretendo crearos la duda  que se plantea cuando estamos hablando en un espacio entre la biología y la… ¿cómo llamarlo? y la vida.

Nos centramos ahora en el cerebro de los hombres. Los hombres siempre han estado tachados de ser unos salidos, todos iguales y estar pensando, hablando en plata, en sexo,  sexo y más sexo. Sin embargo se han realizado estudios en los que se explica genéticamente que los hombres no es que sean así, sino que “están hechos” para reproducirse igual que todos los animales, algo que no sorprende a nadie. Los hombres estarían “programados” biológicamente para buscar hembras constantemente, con el fin de reproducirse lo máximo posible ( algo que personas como Bob Marley parecen haber conseguido) y asegurarse de dejar descendencia que sobreviviese a una selección natural. Esta programación, que suena a electrónica, realmente podría explicar los comportamientos a través de los cuales, tanto hombres como mujeres, se busca la perpetuidad de la especie. En el caso de los hombres se fijarían a la hora de buscar hembra por los pechos, la cadera y todas aquellas cualidades que representasen la posibilidad de reproducción, por lo que de manera inconsciente los hombres tenderían a buscar una mujer con estas características. Además de ello, no faltaría la llamada de atención que haría un pelo largo y brillante, unos labios carnosos y un olor agradable (algo que no creo que tenga mucho que ver con la biología).
Todo esto se resumiría en la atracción, que explicamos profundamente estudiando la genética del hombre y sus impulsos animales sin olvidarnos de la evolución y los valores adquiridos por las capacidades lógicas de los hombres y su gran producción de hormonas masculinas. Sin embargo, ¿hasta que punto podemos atribuir su comportamiento a la biología? ¿debemos creernos todo el valor natural o hay que mirar más allá? En definitiva, ¿es esto verdad?

Las mujeres han estado tachadas de previsoras y demasiado maniáticas a la hora de decidir si un hombre es el adecuado o no. Esto nos lleva a su biología. Las mujeres estarían “programadas” para elegir el mejor de los machos, el más fuerte y el que más pudiese defender a las crías que se da por hecho biológicamente que tendrán. Por tanto la mujer tiende a hacer un examen exhaustivo de todo hombre que la pretende, empezando a cargar la capacidad de aguante del hombre. La mujer por tanto estaría inclinada a fijarse en los hombres bien hechos, fuertes, 10cm más altos que ellas y con los ojos profundos y manos hábiles. Sin embargo, ¿hasta que punto podemos atribuir su comportamiento a la biología? ¿debemos creernos todo el valor natural o hay que mirar más allá? En definitiva, ¿es esto verdad?

Los comportamientos de tanto hombres como mujeres siempre tienen una posible explicación desde la ciencia. Esto nos arrastra a pensar si los científicos se han vuelto definitivamente tarados y si realmente hay algo de verdad en todas las chaladuras que cuentan.
En verdad siempre hay algo de cierto en la biología, es difícil mentir en un ámbito en el que más de uno por amor al arte empezaría una de esas grandes investigaciones que nos dan hechas y que da miedo solo con olerlas.
Por tanto de todas las posibles explicaciones biológicas de comportamientos míticos, aunque algo exagerados por la opinión popular, podemos sacar en claro que los hombres y las mujeres se rigen a la hora de elegir pareja por los instintos innatos de la genética del cerebro. Pero eso solo respondería ante la persecución de hembras y machos a primera vista cuando buscas al adecuado/a para procrear.
En cambio, ¿qué pasa cuando ya estás emparejado y te das cuenta de que no buscas procrear?

El cerebro de hombres y mujeres, al darse cuenta de que está emparejado deja de buscar con quién podría procrear o quién no, y pasa a estar en un estado de relajación en esa búsqueda. Es evidente que hoy en día por mucho que nuestros instintos nos manden emparejarnos para procrear no respondemos ante ellos solamente para eso, y de hecho el estado permanente de celo, por llamarlo de alguna manera, no nos obliga a estar día y noche dale que te pego al tema solo para procrear.
Siguiendo con el tema, una vez estás emparejado, el estado de relajación del cerebro no quita cosquilleos y demás que llamaríamos, producto de que la dopamina circule a sus anchas por el cuerpo diciendo: ¡¡¡estoy enamorado!!! y haciendo que te miren raro por la calle cuando vas dando brinquitos como una gacela epiléptica.
La liberación de esta hormona no es otra cosa que el bienestar en el que te encuentras, como un limbo que no solo está condicionado por hormonas y que de hecho creo que estoy en lo correcto si decimos que no solo productos químicos se encargan de nosotros. La gente tendrá variedad de opiniones respecto a esto, pero yo estoy segura de que no somos solo reacciones de laboratorio, porque entonces no valdría la pena trabajar en la vida para lo que trabajamos, sin entender este término en su sentido completamente literal.
Prosiguiendo con lo que nos mancha las manos en este momento, la dopamina actúa por tanto como un factor más de los que influyen en ese estado que reconocemos como “amor” o “enamoramiento”. Al pasar un tiempo esta hormona se frena y deja que el mismo cuerpo y las acciones sean las que sigan este sentimiento, quedándose ella un tanto relegada, lo que nos da más razones para seguir creyendo que nuestros sentimientos no son solo productos químicos altamente peligrosos, sino que al cabo del tiempo la dopamina confía en la acción lógica de lo que sería en sí el sentimiento que nos mueve (¡eso no es biológico!).
A lo largo de este tiempo en el que la dopamina se calma, lo que activa nuestros sensores de “amor” son aquellas cosas que llamamos caricias y en concreto los besos. Los besos son un acto muy muy peligroso, ya que permiten el mantenimiento en popa de ese “amor” que acompañado como dijimos anteriormente de caricias y roces es lo que mantiene el “enamoramiento”. Si este contacto se pierde durante un periodo de tiempo como pudiesen ser unas vacaciones, se produce el llamado síndrome de abstinencia que entiende el cuerpo como una necesidad de dopamina y cariño y a lo que conocemos como “echar de menos”.
La confianza como os imaginareis también tiene algo que ver con algo llamado oxitocina que permite una sensación de seguridad que no tenemos sin ella y que nos ayuda y nos da empujoncitos para llegar a decir, hacer, no decir o no hacer aquello que queremos decir, hacer, no decir o no hacer a lo largo de nuestra vida. Pero esto es tema aparte que quizá trate otro día.
Con tanta explicación vemos que hay respuestas biológicas hasta para lo más inexplicablemente antibiológico (perdón por esta palabra, pero es la que mejor explica la situación tratada en este contexto) de la vida como son los procesos de enamoramiento y sentimientos afectivos deseados y sentidos.

Para dar una conclusión yo diría que los hombres y mujeres tienen un instinto animal que les lleva a unirse pero que ese instinto no determina la razón final que les lleva a ello con una persona en concreto y que tampoco determina el sentimiento referente a la relación mantenida, ya que esta simplemente, como diría cualquier persona supiese de hormonas o no, es una relación gracias al cariño que se transmite y que se quiere transmitir  y que mantiene a esta a flote gracias a la satisfacción y el placer que producen el sexo, las caricias ( ambos en uno) y la posibilidad de confiarle a alguien lo mas preciado: a ti mismo.
Por tanto el cerebro de mujer y el cerebro de hombre son cerebros distintos pero a la vez son el mismo, y además de ser un órgano son parte de lo que somos, no humanos, sino personas.

1 comentario:

  1. Creo que esto no es ni un uno por ciento de la complejidad del tema. El instinto de procrear esta ahí (como otros muchos), pero con esto me surgen muchas preguntas de las no quiero (ni espero) saber la respuesta: ¿somos marionetas de un plan final? (no creo que se nos halla bendecido con los sentimientos para darle un sentido), ¿hay un plan final por el cual debemos emparejarnos y reproducirnos? (Creo que ya no es "instinto animal" sino algo cultural, de ahí la superpoblación y demás problemas. Ademas esta muy a la orden del día la opción de no tener hijos), ¿son realmente las caricias y los besos los que mantienen la relación? (mas que nada la experiencia me demuestra que no, y tampoco creo que sea algo biológico... puede que este basando todo esto en el tema del instinto y la reproducción pero creo el amor existe jeje), y por ultimo ya que empiezo a perder el hilo :P ¿ por que hay flechazos entre personas que no son sanas?
    En fin, concluyendo el tema mi opinión a compartir es que el cerebro humano (tanto del hombre como de la mujer) se crearon de forma que predominaran los instintos para asegurar una supervivencia pero hemos evolucionado de forma social al nivel de no necesitar instintos e incluso prescindir de muchos de ellos.
    A modo personal no me imagino una vida sin amor y no necesito entender el por que jeje. Un besote!

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