Se le nota en la voz, por dentro es de colores,
y le sobra el valor que le falta a mis noches.
Y se juega la vida
siempre en causas perdidas.
Ojala que me la encuentre ya entre tantas flores.
Ojala que se llame amapola,
que me coja la mano y me diga que sola...
No comprende la vida, no.
Y que me pida más más más más, dame más.
Y que me pida.
Es capaz de nadar en el mar más profundo.
Igual que un superhéroe, de salvar al mundo.
Donde rompen las olas
salva una caracola.
Ojala que me despierte y no busque razones.
Ojala que empezara de cero,
y poderle decir que he pasado la vida
sin saber que la espero, no.
Y sin que me pida más más más más, dame más.
Sin que me pida.
Si te vas
me quedo en esta calle sin salida, sin salida.
Que este bar
está cansado ya de despedidas, de despedidas.
Como un extraterrestre se posa en el suelo
y me ofrece regalos que trae de otros cielos.
Le regalo una piedra
recuerdo de la Tierra.
Me pregunta por qué el hombre inventó la guerra.
Y en silencio pregunta aún de cosas más serias.
Yo me pongo palote
sólo con que me toque.
"¿Dónde vamos tan deprisa?",
me pregunta su sonrisa.
Si tu quieres, tengo el plan:
Caminar, salga que salga el sol,
por donde salga el sol,
que no me da.
Y llegar hasta tu corazón,
salvo que salga el sol,
por donde salga el sol.
Si te vas
me quedo en esta calle sin salida, sin salida.
Que este bar
está cansado ya de despedidas, de despedidas.
Si he tardado y no he venido,
es que ha habido un impedimento.
Me llevaron detenido
para hacer un declaramiento.
He robado, he mentido,
y he matado también el tiempo.
Y he buscado en lo prohibido
por tener buenos alimentos.
Y es que la realidad
que necesito
se ha ido detrás
de ese culito.
Que delante de mi
se paró por fin
un día con una noche oscura,
esperando por ver si saliera la luna.
Déjate querer,
dímelo otra vez,
un día con una noche oscura,
esperando por ver si saliera la luna.
Si te vas
me quedo en esta calle sin salida, sin salida.
Que este bar
está cansado ya de despedidas, de despedidas.
Ay luna, ay luna.
Quédate muy cerca de mi,
así los dos, dulce madrugada.
Mírame y vuelve a sonreír,
que sino, yo no comprendo nada.
Si te vas
me quedo en esta calle sin salida, sin salida.
Que este bar
está cansado ya de despedidas, de despedidas.
Si te vas
me quedo en esta calle sin salida, sin salida.
Que este bar
está cansado ya de despedidas, de despedidas.
El Atrapasueños
Este blog tiene la idea de enseñar y publicar entradas con cosas que a mí, el creador de dicho blog, me parecen curiosas y que podrían ser de interés para otras personas.
martes, 31 de mayo de 2011
Entre tantas flores.
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Música
domingo, 22 de mayo de 2011
Entre claros.
"Nada más jamás. Jamás probar. Jamás fracasar. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor."
(Samuel Beckett)
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Dibujos propios
miércoles, 11 de mayo de 2011
Kevin Carter y las imágenes que sustituyen las mil palabras.
Como supongo que sabréis Kevin Carter fue un reportero gráfico que dedicó principalmente su vida a fotografiar algunas de las imágenes más impactantes de la última guerra sudanesa.
La fotografía que le dio el Pulitzer y que le hizo ganarse las críticas de muchos ignorantes fue en la que retrataba a Kong Nyong, un niño que aparecía medio desvanecido en el suelo con un buitre acechándole por la espalda. Esta tan solo es una de las muchas imágenes desesperanzadoras que logró plasmar Carter en el papel, y además de inquietante podríamos calificarla de frustrante por lo que se puede llegar a pasar por alto en nuestro día a día.
Me habría gustado presentaros otra de las fotografías que él realizó, en la que aparece un hombre desnudo comiendo directamente de la parte trasera de un elefante, pero supuse que como a mi me ha pasado, os podrían entrar arcadas y una verdadera rabia por olvidar lo que no podemos ver.
Tras estas experiencias que sin duda marcaron de una forma irremediable la vida de Carter, este se suicidó en 1994 dejando tras de sí una nota de suicidio y unas cuantas razones para plantearnos qué es lo que tenemos delante y hasta que punto estamos preparados para vivir bien sabiendo lo que no viven otros. Sí es verdad que debemos disfrutar por aquellos que no pueden hacerlo, pero realmente Carter como entre muchos otros nos dio razones para comernos el tarro durante unas cuantas horas sobre los valores y la forma de aprovechar nuestra vida y la de los demás, dándole significado a esas cosas que hay personas que jamás conocieron ni conocerán por desgracia.
En un día a día no pensamos en estas cosas y de hecho no es bueno para la salud mental de nadie pensarlo constantemente, pero si al saber que a aquel niño que fotografió Carter (del que pasó de largo después de inmortalizarlo seguramente por falta de recursos tanto como para tratarlo como para llevárselo consigo, unido con las experiencias traumáticas que vería y pasaría en la guerra, además de la influencia de su propia conciencia) sobrevivió durante unos 14 años más, alguien que nadie esperaría, es algo que podríamos interpretar como que no está todo perdido, y que gracias a que la esperanza es lo último que se pierde mantenemos dicha esperanza en el hecho de que todavía quede algo de altruismo general en nosotros como personas y como humanos, y no como animales que quieren ayudarse para simplemente perpetuar sus apellidos, sin tener en cuenta que estos no tienen valor si no se sabe tener en consideración la vida humana y el derecho de todos y cada uno de nosotros de ser libre, incluyendo aquí cosas tan "simples" como poder tener algo que llevarse a la boca, tener un techo sobre el que cubrirse, cierta estabilidad que te mantenga en la esperanza de tener al menos un mínimo de respeto hacia tu vida y por qué no, la oportunidad de tener amigos y alguien de quién enamorarse, cosas que ni se les pasará por la cabeza a aquellos que desgraciadamente están tirados en el suelo sin fuerzas para siquiera espantarse las moscas de la retina.
La fotografía que le dio el Pulitzer y que le hizo ganarse las críticas de muchos ignorantes fue en la que retrataba a Kong Nyong, un niño que aparecía medio desvanecido en el suelo con un buitre acechándole por la espalda. Esta tan solo es una de las muchas imágenes desesperanzadoras que logró plasmar Carter en el papel, y además de inquietante podríamos calificarla de frustrante por lo que se puede llegar a pasar por alto en nuestro día a día.
Me habría gustado presentaros otra de las fotografías que él realizó, en la que aparece un hombre desnudo comiendo directamente de la parte trasera de un elefante, pero supuse que como a mi me ha pasado, os podrían entrar arcadas y una verdadera rabia por olvidar lo que no podemos ver.
Tras estas experiencias que sin duda marcaron de una forma irremediable la vida de Carter, este se suicidó en 1994 dejando tras de sí una nota de suicidio y unas cuantas razones para plantearnos qué es lo que tenemos delante y hasta que punto estamos preparados para vivir bien sabiendo lo que no viven otros. Sí es verdad que debemos disfrutar por aquellos que no pueden hacerlo, pero realmente Carter como entre muchos otros nos dio razones para comernos el tarro durante unas cuantas horas sobre los valores y la forma de aprovechar nuestra vida y la de los demás, dándole significado a esas cosas que hay personas que jamás conocieron ni conocerán por desgracia.
En un día a día no pensamos en estas cosas y de hecho no es bueno para la salud mental de nadie pensarlo constantemente, pero si al saber que a aquel niño que fotografió Carter (del que pasó de largo después de inmortalizarlo seguramente por falta de recursos tanto como para tratarlo como para llevárselo consigo, unido con las experiencias traumáticas que vería y pasaría en la guerra, además de la influencia de su propia conciencia) sobrevivió durante unos 14 años más, alguien que nadie esperaría, es algo que podríamos interpretar como que no está todo perdido, y que gracias a que la esperanza es lo último que se pierde mantenemos dicha esperanza en el hecho de que todavía quede algo de altruismo general en nosotros como personas y como humanos, y no como animales que quieren ayudarse para simplemente perpetuar sus apellidos, sin tener en cuenta que estos no tienen valor si no se sabe tener en consideración la vida humana y el derecho de todos y cada uno de nosotros de ser libre, incluyendo aquí cosas tan "simples" como poder tener algo que llevarse a la boca, tener un techo sobre el que cubrirse, cierta estabilidad que te mantenga en la esperanza de tener al menos un mínimo de respeto hacia tu vida y por qué no, la oportunidad de tener amigos y alguien de quién enamorarse, cosas que ni se les pasará por la cabeza a aquellos que desgraciadamente están tirados en el suelo sin fuerzas para siquiera espantarse las moscas de la retina.
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Valoraciones de la vida
sábado, 7 de mayo de 2011
Sin más bandera que sus huevos.
Pedrá
(Extremoduro)
No me importa que me claves,
como a un Cristo, en la pared;
¡ten cuidado, no me falte de comer!
Tú me agarras, yo te empujo,
y no me hace falta más:
con tu flujo me alimento de mamar.
He aprendido, de estar solo, a llorar sin molestar,
y a cagarme en los calzones, y a dudar.
La verdad sólo tiene un sentío, no me obligues a engañar;
si te crees todas mis mentiras, ¡qué vacío debes estar!.
¡Bomba!. ¡Bomba!. ¡Bomba!
Eres-tú-pa-mí.
No sé ni cuantas noches llevo ya sin dormir...
arráncame las uñas de los pies.
Morir, sólo una vez, va a ser poco para mí;
el diablo me ha cogido miedo y no me deja entrar.
No creas que estoy huyendo:
si me ves retroceder, espera,
que estoy cogiendo carrera.
Desafiar la perspectiva del fracaso
a la que estamos condenados.
Me estoy reformando. Te miro, me hincho,
me tiro a los cactus desnudo, pero no me pincho.
Me estoy reformando todas las mañanas,
y ahora, hago siempre todo lo que me da la gana.
Y saborear: si tú le das, todo tiene sentido.
Y, al despertar, te voy a contar cositas al oído.
Vuelo hasta una mancha en la pared.
Me vuelvo ajeno a todo,
y me sobran hasta mis propios pies.
Deja de perseguir a las moscas por el techo;
¿no ves que no me entero
de qué mierdas estás hecho?
Tampoco es que me importe: no sabía qué decir.
Por mí, puedes quedarte tú conmigo, y yo, sin ti.
¡Sin ti!.
Y pa cara-perro: yo. ¿Qué te juegas?
Vuelve a darme la razón, y te la ganas.
Y pa cara-perro: yo. ¿Qué te juegas?
Vuelve a darme la razón, y aquí la cagas.
Si quieres que yo te quiera,
chungo aunque me des dinero,
pues yo no meto la lengua
en esa mata de pelo.
Si quieres que yo te quiera,
lo vas a tener muy crudo,
pues yo no meto la lengua
en ese chocho peludo.
Por volver como eres; por volver como somos.
Por la inmensa sonrisa de tus cansados ojos.
Por volver donde alguien te quiere sin que vuelvas.
Por poner a los míos con un poco más de luz.
Cuando su mirada se ha cruzado con la mía,
saltó sólo una chispa, y prendieron tantos fuegos
que se fue la luz del día; arrasamos los bosques;
también vi como ardían los nidos en los postes.
Me voy a recortar en punta las orejas,
y me voy a echar al monte a aullar entre la maleza.
Volver: no dudaría; ahora soy yonqui a mi manera.
Ya no quiero tu amnistía: puedo morir donde quiera.
Salto montañas; no paro ni a mirar p`atrás.
Quítame el precio y la fecha de caducidad.
Yo ya no me escondo. Ya no me tengo que agarrar
como vosotros: presos de lo convencional.
Cada mañana me tiro de la cama buscando una razón.
Muy despacito, me pongo los calzoncillitos y estoy mucho mejor.
¡Qué pena no estuvieras para ver el cuerpo que me dio dios!
Busco colillas, me saco las albondiguillas... ¡otro ataque de tos!
No recuerdo nada... ¡Hostia! ¡Anoche, qué pasada! Aquello no era yo.
¡Qué pena no estuvieras para ver la marcha que me dio dios!
Y ya nunca más
volverán mis ojos a ver tus ojos
y tu mata de pelo.
Y allá, desde lo lejos,
van llegando los viejos recuerdos
en ráfagas, lentas, de viento.
Y ya nunca más
volverán mis ojos a ser tus ojos,
y mi mente un vertedero.
Y allá, desde lo lejos,
van llegando los viejos recuerdos,
tan royéndome por dentro.
Y verás el resurgir poderoso del guerrero,
sin miedo a leyes ni a nostalgias;
y caer mil veces más, y levantarse de nuevo,
sin más bandera que sus güevos.
Grito por dentro; por fuera me hago el remolón.
Me pongo a güevo, entre la espada y la pared.
Grito por dentro; por fuera no me oigo ni yo.
No pasa nada: se nos arrima el buen humor.
Acabo de nacer. Soy un bichejo más.
Mi padre es Lucifer, mi madre una "patá".
Acabo de potar dentro de tu portal:
si no te vuelvo a ver, algo te va a quedar.
No te preocupes por mí, que si te embisto no me acuerdo,
y si me haces sonreír, tiembla el mundo cuando muerdo.
Me sirven las aceras para almohada;
soy patrimonio de la humanidad.
Yo estoy solo como un perro
y no puedo seguir tu pista:
tú en tu coche grande y negro,
yo estripao en una autopista.
¡Hijos de puta!
Ya tengo los cañones preparados.
En mi barco pirata no hay maldad.
Voy a una comisaría,
monto una carnicería:
a mis colegas vengo a rescatar.
¡Hijos de puta!
Corren tan aprisa como pueden.
Unas, jadean a causa del esfuerzo.
Otras, caen; no se levantan.
Alguna, más resistente,
entona un canto para darles ánimo.
¡Hijos de puta!
Daría un río de mi sangre, si quisierais
ejércitos enteros claudicar.
Hay guerra en todas las partes.
Yo sólo pienso en tocarte.
La vida desperdiciada:
tanta lefa, para nada.
¡Escupe, bastarda!
¡Hijos de puta!
La cabeza se me va; anoche anduve perdío.
Casi todas las mañanas me levanto percudío.
Soy terco como una mula, y duro: no siento el dolor.
No necesito armadura: tengo costra alrededor.
No creas que estoy dudando;
yo no sé que hacer, y tú tan quieta,
que no me entero cuando aprietas.
Te acaricio con las manos, te miro y salgo por pies.
Cadenas, ¡fuera, que hoy es luna llena!
Despido energía y sé que soy un vago;
a mí no me ata corto nadie, porque me apago.
Me acuesto de día, cuando llega la luz,
y tengo claro que no quiero ser como tú.
Me arranco a andar y me comes la paciencia.
Que me quedo atrás... ¡vuelvo a empezar!
Que yo no sé, y yo no puedo, y yo no quiero;
me quedaré sentado en el bar.
Sólo puedo imaginar un caballo desbocado.
-¿A quién quieres engañar? ¡Una mula en un sembrado!
Y saborear: si tú le das,
todo tiene sentido.
Y al despertar te voy a cantar
cositas al oído.
Vuelo hasta una mancha en la pared,
me vuelvo ajeno a todo
y me sobran hasta mis propios pies.
Parece que se oye un ruido...
Estoy robando en un chalet.
¡Pa una vez que nos pringamos,
hoy nos han vuelto a coger!
Los perros son mis amigos,
el guardia me quiere morder,
me persiguen los vecinos...
¿Dónde hemos dejao el OVNI?
I destrossarem el monstre
del pou més profund del nostre cap,
y no nos volverá a enloquecer,
si no hay nada que nos pueda quitar.
I destrossarem el monstre
del pou més profund del nostre cap,
y no pienso dejarle volver.
Si hay algo que me empuje: apretar.
Vuelvo a verte, ¡que bajón!
¡Y vaya careto!
tú vuelve a decir que no,
y aquí me mato.
Me hago solos en tu honor
y no siento nada.
¡Estate quieta, por favor!
¡¡A que te ato!!
Ni me olvido, ni me acuerdo.
No he dormido y tengo hambre.
¡Ten cuidado, no me toques,
no te vaya a dar calambre!
Me tortura tanta duda;
polla dura no cree en dios.
Entre "ponte bien" y "estate quieta",
tú enfrías al Sol, y yo, majareta.
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